Los ojos tristes, malestar de sus miradas, que te esquivan al pasar, en esta ciudad...
no se puede afrontar si miramos para abajo, en el alma tiene un tajo, la pobre ciudad...

La ciudad de los ojos tristes, me atrapa el corazón,
mientras pienso en el amor, la noche me desviste,
con mi corazón marcando el tempo, caminando voy contento,
sintiendo sobre mi cara, a mi querido amigo el viento,
que me dice susurrando, tu melodía está sonando,
las rotas y frías baldosas, dan percusión a mi caminar,
calles y árboles quedan atrás, sin saber a donde iré a parar,
voy mirando las estrellas o lo poco que se ve de ellas,
llego lentamente a una avenida, a lo lejos se ve a la policía,
colectivos, taxis, y algún que otro auto,
miro bien y veo a un hombre, que se rebalsa de odio,
gota a gota y poco a poco, se seca su mirada y me ve,
me alejo ante su soledad y me pierdo en caminar,
buscando algún lugar, para por un rato poder parar,
mientras sigo caminando, en un compás irregular,
concentrado voy pensando, a que le llaman bienestar,
me siento en un banco, a descansar y a fumar,
lentamente empiezo a reflexionar ¿que pasa esta madrugada
que la plaza esta vacía? con la fumada me olvidé,
que a los mendigos los echaron hace un par de días,
los movieron como si fueran la basura contaminante del barrio,
los sacaron como si estuvieran a alguien molestando,
cuando en realidad los únicos que fastidian y saturan
son los que uniformados de siempre cuando están patrullando
casi todos están durmiendo, prefiero la soledad nocturna,
mis oídos están relajados, a esta hora no hay ruidos que me confundan.
el silencio de la plaza, me quiere, me cuida, me abraza,
estoy tan , pero tan a gusto, que me siento como en mi casa,
cantan los primeros pájaros, rugen los primeros coches,
la oscuridad desaparece, la gente parece feliz, amanece,
están todos apurados, muy apurados, por llegar al trabajo,
me miran como a un estropajo, ellos, los de los ojos tristes.